Cada vez más familias confían en trasladar a sus mayores a residencias de ancianos

La realidad social de nuestro país va cambiando a medida que pasan los años. Es algo que nadie se atreve a poner en duda. Y es algo que se va transformando en todos y cada uno de los sentidos: en el económico, en el social e incluso en el demográfico. Precisamente de este último os vamos a hablar en el artículo que aquí arrancamos. Desde luego, y como seguro que ya sabéis, la España actual no tiene nada que ver con la que existía, por poner un ejemplo, a mediados del siglo pasado en lo que respecta al plano demográfico.

El principal cambio es que ahora hay una esperanza de vida mucho mayor y, además, la tasa de natalidad se ha desplomado como consecuencia, entre otras cosas, de la pérdida de poder adquisitivo o la incorporación de la mujer al mercado laboral. Esto hace que haya muchas personas mayores y cada vez menos jóvenes. Y eso, como seguro que ya suponéis, implica dedicar más recursos y tiempo a las necesidades de unas personas mayores que, a pesar de ser ahora uno de los grupos de población más numerosos, han visto cómo todavía hay quien no atiende a sus demandas.

Pero vayamos por partes: ¿Por qué España tiene una esperanza de vida tan alta? Esa es precisamente la pregunta que se hace un artículo publicado en la web Consalud, en la que también se desvelan algunas de las claves de este asunto y que os mencionamos a continuación:

  • La dieta, que es muy variada.
  • Ausencia de conflictos bélicos (y que así siga).
  • Calidad de la asistencia en el sistema sanitario.
  • El tipo de problemas sociales.

Como veis, son muchas las cosas de las que depende una esperanza de vida alta para cualquier población que se precie.

Como antes apuntábamos, hay ciertos problemas en lo que tiene que ver con las necesidades de la gente mayor que no son satisfechas y que deberíamos poder cumplir. Una de las cosas que más nos preocupan es que, tal y como indicaba esta noticia de la página web de Antena 3 que os vamos a enlazar a continuación, hay dos millones de ancianos y ancianas en el interior de nuestras fronteras que viven en la más absoluta soledad. El 40% de estas personas considera sentirse sola. Y eso es precisamente lo que no nos podemos permitir como sociedad ni mucho menos.

Una de las mayores preocupaciones en lo que tiene que ver con la tercera edad en España es que muchas de las personas que se encuentran en ese momento de su vida se encuentran viviendo solas. Y ese no es solo un riesgo que desde el punto de vista físico pueda suponer una caída o un golpe, sino que también nos podemos encontrar con riesgos de índole psicológico. El miedo a que se padezca este tipo de peligros es lo que, en función de los profesionales de las Residencias Lacort, ha animado a cada vez más familias a confiar en entidades de este tipo para que sus mayores disfruten al máximo de la vida.

Un cambio mucho mejor de lo que todo el mundo espera

Hay estereotipos que deben eliminarse por completo de nuestra sociedad porque terminan generando perjuicios que son de la máxima gravedad. El caso que atañe a las residencias de mayores es uno de los que mejor lo ejemplifica: muchas personas suelen pensar que la calidad de vida de los mayores empeora en lugares así y decide no confiar en servicios como estos. Lo que en realidad ocurre en este caso es que hay una persona mayor que se queda sin atención de ningún tipo y que, en consecuencia, está expuesta a cualquier peligro.

Podemos decir que el cambio que implica trasladar a una persona mayor a una residencia es mucho mejor de lo que la gente espera. Y la mayoría de las personas que lo ha experimentado así lo considera. En ambos sentidos, en el psíquico y en el físico, la evolución es muy positiva y hace posible que la persona que cambia de lugar de residencia pueda empezar a disfrutar de la vida. Esto es lo verdaderamente importante, lo que de verdad cuenta.

Estamos en un momento en el que parece que la sociedad empieza a ser consciente de lo importante que es el hecho de cuidar de las personas mayores. Una sociedad que no lo hace no respeta su historia, sus costumbres. Una sociedad que no lo hace no respeta a su pueblo, porque hay que recordar que somos todos y todas los que vamos a llegar a la vejez y los que alguna vez vamos a tener las necesidades típicas de esa etapa de la vida. No nos tiremos piedras a nuestro propio tejado, por favor.

 

 

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