Nuestros padres lo tenían claro. En su época, cualquier hombre que se preciara debía ser un “manitas”. Lo mismo te colgaba una repisa que arreglaba la persiana de la terraza. Muchos fines de semana lo veías pringado con el taladro en la mano. Hoy, no sé si es por comodidad o por falta de tiempo, contratamos a profesionales para que realicen tareas de mantenimiento de la casa que podríamos realizar nosotros mismos. Vale la pena recuperar el bricolaje doméstico. Lo notarás en tu bolsillo.
Lo primero que debemos partir es que el bricolaje no es cosa de hombres. Existe una amplia gama de herramientas eléctricas y de materiales sencillos que permiten que cualquier persona, mujer u hombre, joven o menos joven, pueda acometer una gran cantidad de proyectos de decoración y reparación en el hogar. Por otro lado, existe una cantidad considerable de tutoriales, en video, artículos o libros, que permiten que determinadas tareas se puedan llevar a cabo, incluso teniendo poca o nula idea sobre el asunto. Te invito a buscar en YouTube.
El bricolaje tiene tanta implantación en la actualidad que dispones de grandes cadenas comerciales dedicadas en exclusiva a ello, como Leroy Merlín o Bricodepot. Nada que ver con épocas pasadas en las que tenías que limitarte a lo que encontrabas en la ferretería del barrio o recurrir a tiendas especializadas, que solo conocían los profesionales.
Internet ha facilitado aún más el acceso a materiales para el bricolaje. A cualquier hora del día, con tu móvil, puedes encargar lo que necesitas para poner en marcha tus proyectos. Daniel nos cuenta que colocó el mismo, la moqueta de su salón, cuando nunca antes había hecho nada parecido. Dice que compró todo lo que necesitaba en Briconeo, una tienda online de productos de bricolaje que cuenta con un servicio de atención al cliente. Chateando con un profesional de la página, le fue orientando sobre qué es lo que necesitaba y cómo poner la moqueta. Esta atención personalizada es la tendencia que se está imponiendo en el sector dentro de internet.
Volvamos al principio del asunto. El bricolaje es un ahorro para los hogares. Estamos hablando de economía doméstica. Haciendo un buen uso de él te puedes ahorrar una considerable cantidad de dinero. En este artículo te vamos a explicar cómo.
Cómo ahorrar con el bricolaje.
Primero debes partir de que en la factura de cualquier profesional que contrates para que realice un trabajo en casa se incluye el material que va a utilizar, el desgaste de herramienta, la mano de obra y el desplazamiento. Luego, después, se aplica el 21% de I.V.A. sobre la suma total.
Si realizas tú mismo el trabajo, solo pagas el material. Es cierto que probablemente tengas que comprar herramientas y maquinaria, pero debes verlo como una inversión, no como un gasto. Esa maquinaria podrás volver a utilizarla en futuras ocasiones. Por eso es interesante que inviertas en máquinas multifunción. Por ejemplo, una herramienta eléctrica que te pueda servir de cortadora y lijadora o un taladro a batería que puedas usar como destornillador eléctrico cuando tengas que montar muebles.
Desde luego, si no tienes mucha práctica con el bricolaje, no vale la pena que te propongas trabajos complicados. Empieza por lo más sencillo. Solo aprendiendo a colocar lámparas, algo relativamente sencillo, ya te ahorras contratar a un lampista.
El blog Bricolaje Doméstico nos propone 4 claves para ahorrarnos dinero con el bricolaje. Son estas:
- Planifica tus proyectos. Antes de hacer nada, planifica bien que es lo quieres hacer. Investiga sobre cómo llevarlo a cabo. Documéntate por internet o pregúntale a amigos o conocidos, que han realizado tareas similares, cómo lo han hecho. Una vez tienes claros los medios y los pasos, compara precios. En este aspecto, internet vuelve a ser tu aliado.
- Recicla y reutiliza. Quién más y quién menos, tiene una caja de herramientas en casa. Guarda tornillos y clavos de otras tareas que ha realizado, restos de cable o latas de pintura por terminar. Revisa lo que tienes y valora que es lo que puedes reutilizar. Si tienes material en casa que te pueda servir, no es necesario que lo compres. Cuando termines tu proyecto, no tires el material que te haya sobrado, puede serte útil en el futuro.
- Aprende nuevas habilidades. Cuantas más cosas nuevas aprendas a hacer, más dinero te vas a ahorrar en el futuro. Si aprendes a cambiar el tubo de desagüe del fregadero, no tendrás que llamar al fontanero cuando se estropee. Está claro que si sabes cambiar los enchufes de tu casa, eso no te convierte en un electricista. Este profesional tiene una formación previa y una experiencia de la que tú careces, pero tal vez, para lo que quieres hacer en casa, no lo necesitas. Tómate tu tiempo para hacer tus tareas. Nadie nace sabiendo. Hacer una cosa por primera vez siempre lleva más tiempo. Piensa que lo importante es el resultado final. Tampoco te agobies si las cosas no salen bien. No trabajas sin red. Si las cosas se complican, siempre puedes llamar a un técnico del gremio. Al final no te ahorras el dinero que querías, pero has aprendido cosas que te pueden servir en un futuro. Otra característica que vas a notar es que a medida que vayas haciendo trabajos de bricolaje, aumentará tu destreza y confianza. Por tanto, cada vez, podrás plantearte proyectos más complicados.
- Aprovecha las ofertas y compra en temporada baja. Hay productos, como los muebles de jardín, que se encuentran más baratos en invierno que en primavera y verano. Si tienes previsto arreglar tu terraza o jardín, aprovecha ese momento para adquirir el material que necesitas. Por otro lado, tanto las tiendas físicas como las online, suelen sacar ofertas para quitarse de encima el stock sobrante y hacer hueco para los productos más nuevos. Si los artículos rebajados entran dentro de tus necesidades, aprovecha la oportunidad.
Tareas sencillas que puedes hacer tú mismo.
Existen trabajos de bricolaje que puedes realizar tú mismo, sin tener mucha preparación, y que pueden representar un ahorro considerable para tu bolsillo si lo comparas con contratar a un profesional especializado. Estos son algunos de ellos:
- Pintar el piso.
Pintar un piso de 90 metros cuadrados en una ciudad española, contratando a un pintor profesional, sale a un precio de entre 400 y 1.000 €. Si quieres darle una mano de pintura blanca al piso tú mismo, no te gastarás más de 150 € en pintura, rodillos y pinceles. Ni aunque tengas que cambiar el color de la pared. Pintar es un trabajo laborioso, pero no es complicado. Solo debes sacar los muebles de la habitación, tapar con sábanas de plástico los que no puedas desplazar y cubrir con cinta de carrocero las áreas que deseas delimitar o aquellas que no quieres que se pinten. Debes ser respetuoso con el tiempo de secado que propone el fabricante entre mano y mano, y aprovechar al máximo las horas de sol del día. Si tu proyecto de pintura no requiere un tratamiento muy técnico, esta es una tarea que puedes realizar tú mismo.
- Restaurar muebles.
En momentos en los que queremos darle un nuevo aire a nuestra vivienda, a veces no es necesario renovar el mobiliario. Con cambiar de color de un mueble y colocarlo en otro sitio, nuestra casa parece distinta. Hoy, el mobiliario vintage es tendencia. Muchas personas adquieren muebles de los años 60, 80 o 90 y los integra en su casa. Siempre es un buen momento para hacernos con aquella cómoda que nuestra madre tiene en casa y quiere deshacerse de ella, restaurarla y darle un nuevo uso en nuestro hogar.
Según el portal Cronoshare, restaurar un mueble en nuestro país tiene un precio de entre 80 y 500 €. En concreto, restaurar una silla antigua con un profesional, nos sale entre 80 y 120 €. Entre herramientas, barniz y pintura y tela para tapizar, no nos gastaríamos más de 60 €. Eso, calculándolo por lo alto.
Restaurar muebles, a un nivel sencillo, no es difícil. Lo que sí debemos es ser cuidadosos con los pasos que debemos dar y no saltarnos ninguno de ellos. Por ejemplo, debemos quitar los ornamentos metálicos del mueble, decaparlo y lijarlo antes de aplicar la pintura o barniz. Para restaurar muebles existen una gran cantidad de tutoriales en internet.
- Trabajos sencillos de cerrajería.
La cerrajería es otro campo en el que vale la pena introducirnos a modo de bricolaje doméstico. Los cerrajeros son un sector libre, sin regular, y los precios para cualquier trabajo sencillo pueden llegar a ser desorbitados. Si queremos cambiar el bombín de la cerradura de la puerta o añadir algún elemento de seguridad extra, a no ser que queramos instalar una cerradura tipo fichett, lo podemos hacer nosotros mismos. Para eso es bueno que acudamos a la ferretería con la cerradura antigua o el bombín y pidamos al ferretero un producto compatible.
Existen más campos como el montaje de muebles, electricidad, fontanería, etc. donde podemos realizar algunos trabajos de bricolaje. En todos estos casos, si lo hacemos nosotros mismos, notaremos un ahorro en nuestra economía.