No es ningún secreto que los españoles gozamos de una salud y longevidad envidiadas en todo el mundo y la clave está en la dieta que seguimos. Es cierto que, además de los hábitos alimenticios que tenemos por tradición, las horas de sol y el clima, cada vez más cálido, procuran unos beneficios para la salud que nos convierte en unos privilegiados y que, sin embargo, no lo valoramos lo suficiente, copiando hábitos de otras partes del mundo donde la tasa de obesidad y enfermedades cardiovasculares son habituales entre su población.
La dieta mediterránea «Se refiere a una serie de patrones alimentarios que fueron descritos en zonas geográficas mediterráneas hace sesenta años, y que se caracterizaban por un elevado consumo de frutas y verduras, cereales integrales, legumbres, frutos secos naturales y aceite de oliva, así como por un consumo moderado o bajo de pescado, carnes rojas y lácteos», explica la profesora de la Universidad Isabel I y miembro de la Academia Española de Nutrición y Dietética Tara Rendo. Esta dieta ha sido nombrada este año la más sana del mundo, por encima de países como Italia y Japón tal y como avalan numerosos estudios publicados en la revista Woman y el periódico El País. Ambas publicaciones insisten en los beneficios que conlleva seguir esta dieta y cuyo principal provecho es la baja tasa de obesidad y de enfermedades cardiovasculares.
En mi opinión y como se ha subrayado en numerosas ocasiones, la prueba más fehaciente de que la dieta mediterránea en la más saludable y la que aporta mayor longevidad son nuestras abuelas y abuelos. Sí, las personas mayores de hoy apenas presentan problemas de salud derivados de la alimentación y es cierto que cada vez envejecemos mejor. Esto se debe a la dieta que han seguido durante toda su vida, la dieta con la que han educado a sus hijos: los platos de cuchara, los cereales, el pescado escogido en la pescadería y la carne seleccionada en la carnicería, evitando comprar congelados y aportando guarniciones basadas en arroces y verduras, las salsas caseras y no esas que compramos hoy típicas de otros países como Estados Unidos o China, por no hablar de comer o cenar fuera de casa, cosa que antes se reservaba a grandes ocasiones y no a una o dos veces a la semana.
Todo esto debería hacer replantearnos hoy si hemos tomado el testigo de nuestros abuelos y seguimos optando por una dieta rica y saludable o si, por el contrario, optamos por una en la que tienen cabida los alimentos con ingredientes nocivos y la influencia de otros países caracterizados por su comida grasienta y cocinada de manera rápida y en grandes cantidades. Mentiríamos si afirmásemos que no nos dejamos tentar por este tipo de alimentos y que no los hemos incluído en nuestra dieta, pues es cierto que son altamente atrayentes y muy socorridos en los días que apenas tenemos tiempo para cocinar o que simplemente, no nos apetece. También es verdad que la industria alimentaria está cada vez más relacionada con la industria química y que es realmente complicado encontrar algún alimento en el supermercado que no haya sido procesado previamente y que las tiendas de alimentación de tipo biológico y orgánico no siempre son para todos los bolsillos y no están tan presentes como los supermercados. Todo esto supone un obstáculo para seguir la tradición de nuestras abuelas y abuelos e intentar alimentarnos a base de una dieta 100% mediterránea, pero tampoco lo hace imposible.
Tuppers y congelador: la solución a la dieta mediterránea del siglo XXI.
La dieta mediterránea necesita planificación y tiempo para ser elaborada y cocinada, tiempo que tenían nuestras abuelas al pasar más tiempo en casa y tiempo que nos falta a nosotros para tomar su ejemplo. Es comprensible, pero hemos de poner de nuestra parte y buscar soluciones a la falta de tiempo, que muchas veces es más bien falta de ganas. El consejo que nos dan los expertos es el de aprovechar un rato del fin de semana para dedicarle a la planificación del menú de la semana, asistiendo a pescaderías y carnicerías y al supermercado con una lista elaborada a base de legumbres, ingredientes para ensaladas, fruta y frutos secos como indispensables. Al llegar a casa, elaboraremos un par de recetas que nos resulten un poco laboriosas pero que se puedan congelar y guardar en varios tuppers. De esta manera, tendremos preparada la comida que nos llevaremos al trabajo y las cenas ricas y saludables ya preparadas. El Portal del Consumidor de la Comunidad de Madrid atiende también a las necesidades de personas y familias muy numerosas y con menos tiempo para la compra y el abastecimiento durante la semana de la comida preparada durante un sólo día del fin de semana y advierte de que, si bien es cierto que los alimentos procesados no son la mejor opción, hay algunos que no son nocivos y que incluso los hay recomendables por el empleo de ingredientes 100% naturales y de procedencia natural y ecológica, lo que garantiza que no han sido altamente procesados.
Para averiguar de cuáles se trata, habría que prestar atención al etiquetado de los productos que vamos a comprar o confiar en marcas de toda la vida de las que conocemos la procedencia como Hida, que ofrece, podríamos decir, “dieta mediterránea embotellada” procedente de nuestro país, pues se trata de productos como tomate frito, sofritos y cremas caseras, en definitiva, verduras sin conservantes ni aditivos que es lo que debemos evitar en este tipo de envasados.
En definitiva, lo cierto es que poseemos más recursos que nuestras abuelas y abuelos para atender a nuestra alimentación y recoger el testigo de la dieta mediterránea, por muchos obstáculos que creamos ver en el camino, pues para cada uno de ellos existe ya una solución distinta. Sería una pena que perdiéramos la costumbre de atender a nuestra alimentación invirtiendo un poco más de tiempo en el presente para cuidarnos que, como decíamos antes es invertir al mismo tiempo en un futuro de longevidad y salud para nosotros y para los nuestros.