Uno de los profesionales sanitarios que mayor temor causan en la población, es el odontólogo. Acudir al dentista, ha sido siempre una visita evitada en la medida de lo posible. Este profesional, encargado del cuidado de nuestros dientes y encías, ha tenido (no en vano, huelga decir) fama de ser el que más dolor causa en sus pacientes. Cabe señalar que, en los últimos años, las técnicas odontológicas han evolucionado tanto que el dolor, es apenas una molestia.
Para asesorarnos de forma adecuada al respecto, hemos hablado con los expertos de la Clínica Dental Plaza Prosperidad, sobre los métodos de anestesia y sedación actuales en el campo de la odontología.
Entendiendo por anestesia como la pérdida de sensibilidad en general, tanto de dolor, como tacto, presión y/o temperatura. En las situaciones en las que se requiere la aplicación de un anestésico general, la actividad motora se conserva, aunque el resto del cuerpo, permanece inerte e insensible.
En el campo de la odontología, la anestesia es utilizada para eliminar la sensibilidad dolorosa de una determinada parte del organismo, en este caso, la boca, que va a ser intervenida de forma agresiva para el cuerpo. El término anestesia local, se refiere a la localización y limitación de la zona a intervenir. Se habla de anestesia regional cuando la zona implicada esta inervada por un determinado tronco nervioso y la sensibilidad de una zona más extendida, se inhibe.
A causa del temor que sufren muchos pacientes a la hora de pasar por el dentista y someterse a alguno de sus tratamientos, las técnicas de anestesia general y sedación, han evolucionado. Siendo en la actualidad, una opción a tener en cuenta en situaciones en las que el paciente, no es capaz de someterse al tratamiento.
Como si de una intervención quirúrgica de mayor envergadura se tratara, los pacientes odontológicos, pueden recibir una anestesia local, general o sedación. Esto es algo que solo el profesional de la odontología, puede determinar y para el caso de anestesia general o sedación, es fundamental que un experto en anestesiología, este presente durante el tratamiento.
Propiedades que debe poseer una anestesia local para ser eficaz
Los anestésicos deben cumplir una serie de requisitos y reunir unas cualidades determinadas y concretas para que su función sea adecuada. Son los profesionales del sector quienes determinan cuales son esas propiedades que hacen que una solución anestésica, sea la idónea.
La solución debe ser selectiva para las fibras que se encargan de la sensibilidad. No debe irritar ni lesionar el tejido en el cual va a ser aplicada. Dese ser potente para dormir la zona y ofrecer seguridad, no presentar reacciones adversas. Su capacidad de acción debe ser reversible en un tiempo predecible. No debe producir efectos secundarios y en el caso de que los desencadene, deben ser mínimos. Tampoco deben presentar toxicidad y ni producir reacciones de hipersensibilidad. El inicio de su efecto debe ser en un periodo corto de tiempo. La duración del efecto debe adaptarse al trabajo odontológico deseado y proporcionar unos efectos que duren, como mínimo, hasta que finalice el tratamiento, diferenciando entre anestesia pulpar o de tejidos blandos. Su comportamiento debe ser estable y los costes económicos, bajos.
Si un producto anestésico, reúne estas características, su aplicación es adecuada para el tratamiento. No obstante, cada paciente es un mundo y no todos los organismos, reaccionan igual ante los diferentes componentes de un anestésico.
En lo que a anestésicos locales se refiere ya que son los más utilizados en los tratamientos dentales, se agrupan de acuerdo a sus características estructurales distinguiendo dos grandes grupos: tipo éster y tipo amida.
Dentro del grupo de los anestésicos locales tipo éster, cabe destacar que su aplicación ha quedado reducido a su uso tópico. Para tales fines, se utilizan tetracaína y benzocaína.
El grupo de los anestésicos locales de tipo amida, son los más habituales en el campo de la odontología y en anestesiología. Este tipo de anestésicos son inyectables y según el tratamiento o el tipo de intervención, se utilizará una mayor o menor cantidad. Entre ellos podemos encontrar lidocaína, mepivacaína, articaína, procaína o bupivacaina.
Anestesia general para tratamientos odontológicos
Si hay algo que inquieta más que el propio dentista, es la anestesia general. La incertidumbre, el desconocimiento y el temor generan rechazo a este tipo de anestesia. Por norma general, no se utiliza en odontología, salvo en casos concretos en los que sea necesaria su aplicación por factores de diversa índole.
En las situaciones en las que sea necesaria su aplicación para poder realizar el tratamiento, el paciente deberá someterse con anterioridad a una serie de pruebas médicas. Mediante estas pruebas, el anestesista, determinará la viabilidad de la sedación o la anestesia general para llevar a cabo el procedimiento odontológico. Las pruebas habituales son radiografías dentales, de tórax, electrocardiograma y analítica de sangre completa en el que se incluyan los tiempos de coagulación.
Aunque haya personas que sientan cierto respeto ante la aplicación de una anestesia de esta categoría, cabe decir que se trata de un procedimiento seguro. Diariamente, se llevan a cabo miles de intervenciones bajo anestesia general y el índice de problemas derivados de ella, es mínimo. Además, en el supuesto de que para el tratamiento odontológico sea necesaria, habrá un anestesista presente en todo momento.
Las ventajas que ofrece una anestesia general sobre la local es que podría realizarse un tratamiento odontológico completo de una vez. Algo interesante cuando se trata de extraer varias piezas dentales o proceder a los implantes. Bajo los efectos de la anestesia general o una sedación, el paciente no sufrirá dolor ni ansiedad.
Cuando el tratamiento odontológico se lleva a cabo bajo este tipo de anestesia, la intervención se hace en clínicas autorizadas que cuentan con todo lo necesario para poder realizarla con la máxima garantía y seguridad.
Dentro de las recomendaciones a seguir, se encuentra la de acudir al tratamiento acompañado. Aunque no tiene porque haber problemas, tras una anestesia general, el cuerpo se encuentra débil. Tampoco es aconsejable conducir durante las veinticuatro horas siguientes ni consumir alcohol. Estas medidas son preventivas hasta que los efectos de la anestesia, pasen totalmente.
Otra de las alternativas con las que cuentan los dentistas para llevar a cabo sus tratamientos, es la sedación. En estos casos, bajo una sedación consciente, cuyo objetivo es, tan solo, relajar al paciente y que se sienta tranquilo para que la visita sea llevadera, el paciente no se duerme. Es consciente durante todo el proceso, pero no siente dolor.
Esta técnica esta ganando terreno en numerosas clínicas, sobre todo en pacientes infantiles.
La sedación leve, consiste en la aplicación de óxido nitroso (comúnmente conocido como gas de la risa) a través de una mascarilla por la que el paciente lo inhala. Los efectos de este gas son rápidos y eficaces para llevar a cabo tratamientos periodontales.
Estos tipos de anestesia se diferencian a su vez, en dos grupos: infiltrativa (la que se inyecta) o tópica (aplicación mediante gel o aerosol). En el primer caso, su aplicación es mas dolorosa y molesta pero su duración es más larga y el efecto mayor. En el segundo, la aplicación es más cómoda y menos molesta pero la duración de su efecto, también es menor, respecto a la infiltrativa.
Será el profesional de la odontología quien considere el tipo de anestesia a utilizar en cada procedimiento, teniendo en cuenta las necesidades concretas del paciente.
Sabiendo estas cosas, las visitas al dentista, no deben suponer un problema pues, gracias a los diferentes tipos de anestesia, el dolor no estará presente durante la intervención.
Sea una anestesia local o general, los pacientes, pueden estar tranquilos a la hora de recibir sus tratamientos y acudir al dentista cada vez que su dentadura, lo necesite.